Interés General - NEUROCIENCIAS

Sábado 17 de Noviembre de 2018 - 20:01 hs

¿Por qué nos olvidamos los nombres o apellidos?

En su columna semanal para Todo Pasa, el Neurólogo y Máster en Neurociencias, Hugo Valderrama, explicó por qué sucede esto y brindó una serie de herramientas para "entrenar" la capacidad de memorizar este dato.

Actualizado: Sábado 17 de Noviembre de 2018 - 20:13 hs

Es muy frecuente. Todos estuvimos más de una vez en esa situación incómoda de cruzarnos a alguien por la calle y no poder acordarnos del nombre de la persona a la que estamos saludando. Y es ahí cuando empiezan las estrategias para que el otro no se dé cuenta de nuestra falta de memoria. Ni hablar de la cantidad de veces en las que le cambiamos el nombre a alguien por no tener "cara de" el nombre que le eligieron sus padres.

Como suele pasar, para estos "olvidos" también hay una explicación neurológica. En su columna semanal para Todo Pasa, el Neurólogo y Máster en Neurociencias, Hugo Valderrama, explicó por qué sucede esto y brindó una serie de herramientas para "entrenar" la capacidad de recordar nombres.

Todos tenemos dificultades para recordar nombres propios, cuestión que no sucede si se trata por ejemplo de el nombre de un objeto: silla, mesa, etc.

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Esto se debe a que los nombres propios son "expresiones referenciales puras". ¿Qué significa esto? Que como no se pueden relacionar con alguna característica puntual (mueble + 4 patas = 'silla') resulta muy difícil establecer categorías de tipo semántico y retener así la información.  

Nuestra memoria aprende por asociación o por repetición. Si la palabra se puede ubicar dentro de una categoría, el cerebro empieza a hacer asociaciones desde las más simples hasta más complejas y así fija los conocimientos. El problema es que los nombres son palabras arbitrarias que no definen en sí a una persona, y por esto cuesta -a unos más y a otros menos- recordarlos. 

De todas maneras, indicó Valderrama, es posible también establecer asociaciones entre personas y nombres. No es tan fácil como con cualquier objeto y lleva su entrenamiento, pero da resultado. Pensemos si no, en una docente que todos los años debe acordarse de los nombres de sus 40 alumnos: ¿cómo sería capaz de hacerlo si no fuera posible?

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Para esto, también hay una explicación. Una maestra cuenta con todo un año de tiempo para poder establecer estas relaciones entre nombres y características físicas, formas de ser, y hasta el lugan donde sus alumnos se sientan. Este dato es muy importante ya que la memoria espacial del ser humano es extraordinaria y tiene la capacidad de retener lugares y caminos, característica que le viene dada evolutivamente desde que se convierte en nómade y debe moverse para sobrevivir.

Pero volvamos al entrenamiento: el cerebro es un músculo y por lo tanto debe ejercitarse. Si no querés volver a pasar por esa situación incómoda, lo mejor es empezar a practicar la capacidad de asociación, relacionando a la persona con alguna particularidad: la ocupación, una característica física o un rasgo de personalidad, sirven para empezar a retener más fácilmente los nombres.

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El neurólogo además remarcó para que esta operación mental funcione la clave es hacerlo con rapidez, ya que la memoria es a corto plazo. Pero si se practica, es posible adquirir mayor destreza recordando nombres.

Por último, destacó que si bien estas "lagunas" son normales, hay que prestar atención porque esta dificultad normal puede incrementarse si hay una patología de base. Es clave tener una noción de la frecuencia en el tiempo en la que suceden estos olvidos, es decir, cada cuanto tiempo se pierde la capacidad de recordar nombres. Sin embargo no se trata de algo tan estricto ya que por ejemplo, uno puede no estar interesado en memorizar ese dato, dejando de usar los recursos que el cerebro tiene para esta tarea.

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Audio: Escuchá acá la columna completa del Dr. Hugo Valderrama

Fuente: LT10