Salud

Lunes 24 de Septiembre de 2018 - 16:02 hs

¿Cómo controlar mi ansiedad a la hora de comer?

La comida es una de las primeras "soluciones" a las que apelamos cuando estamos ansiosos, pero la menos recomendable; ¿cómo evitar que la ansiedad nos maneje nuestra dieta diaria?

El estrés (fisiológico), que nos prepara ancestralmente para estar más atentos a posibles peligros, se ha transformado en Di-estrés (patológico), convirtiéndonos en seres en estado permanente de alerta con un aumento de hormonas en sangre que nos perjudican, como es el caso del cortisol.

En lo que respecta a la alimentación, el aumento del estrés y la ansiedad (sin real estímulo externo) hace que se consuman alimentos con alto contenido calórico. Esto ocurre porque, para esas personas, la comida funciona como un ansiolítico y las calma.

El lado negativo es que puede desencadenar en posibles desequilibrios nutricionales e incluso en obesidad. Cabe aclarar que el aumento del cortisol afecta el sueño por lo que aumentan las posibilidades de aumento de peso. Un buen descanso nos permite “resetear” nuestro cuerpo, mientras que si estamos en estado de alerta permanente esto se ve alterado.

Concretamente, la ansiedad se manifiesta como una sensación de “apuro” interior, de agitación permanente. Es también vivida como un malestar que aqueja a la persona: sus sensaciones y pensamientos asociados son respuesta a una anticipación a eventuales peligros que puedan suceder de manera imprevista. Son peligros sin bases reales con respecto a la realidad probable y concreta. La cuestión se complica y se transforma en un problema clínico cuando el malestar es permanente y de una intensidad que afecta al desempeño habitual.

Quizás lo que diferencia sustancialmente a las personas entre sí es el manejo de estos malestares de angustia y ansiedad. Cuando decimos “manejo”, nos referimos tanto a los recursos conductuales externos como a las defensas inconscientes, defensas denominadas “mecanismos de defensa”. Mediante estos mecanismos, el Yo intenta adaptarse a las diversas situaciones por las que atraviesa la persona y que amenazan su equilibrio psíquico, pero el problema radica en que, con muchísima frecuencia, el empleo de estos recursos del Yo no es adaptativo ni saludable.

El comer, o más exactamente masticar, al suponer un gasto de energía y al implicar una forma de desgarrar y triturar (actividad un tanto agresiva), se transforma en una forma de reducir la ansiedad de forma rápida y pasajera, pero al alcance del paciente.

Lamentablemente, el comer, como recurso o estrategia de afrontamiento, se transforma en algo habitual para aquellos que sufren sobrepeso y obesidad. Con el tiempo se genera ganancia de peso, incluso estableciendo en algunas personas un círculo vicioso donde la ansiedad se reduce comiendo y el aumento de peso genera, a su vez, un motivo de alarma, de preocupación, por lo que nuevamente aparece la ansiedad y, una vez más, se come como mecanismo compensador.

¿Qué puedo hacer para manejar mi ansiedad a la hora de comer?


• No comer demasiado rápido o mientras se está parado o caminando; comer sentado a la mesa y plato por plato, sin mezclarlos.

• Masticar bien la comida, por lo menos 15 o 20 veces por bocado.

• No comer demasiado o hasta el punto de sentirse hinchado. Reconocer el hambre y la saciedad.

• Ingerir cantidades moderadas de líquido durante la comida.

• Realizar todas las comidas principales. Desayuno, almuerzo , merienda y cena.

• Repartir las comidas regularmente a lo largo del día, para evitar descensos bruscos en el nivel de glucosa en sangre.

• Planificar y respetar los horarios de comida; es mejor tener pensados también los menúes para poder comprar y preparar lo que necesitemos con tiempo.

• Empezar el día con un buen desayuno ayudará a evitar el descenso de azúcar en sangre que suele producirse a media mañana y que puede provocar nerviosismo e irritabilidad.

• Utilizar preferiblemente las formas de cocción menos grasosas: planchas, parrillas, asados, microondas y cocciones en agua.

• Moderar los fritos, rebozados, empanados, guisos y estofados.

Fuente: NexoFin