Fútbol - Por César Carignano

Viernes 22 de Junio de 2018 - 16:11 hs

Entre los espejismos y el espejo

La Selección Argentina está envuelta en dudas y polémica después de la derrota ante Croacia. Por esas cosas del fútbol, aún tiene chances para clasificarse. De igual modo, hay muchas cosas que cambiar

Actualizado: Viernes 22 de Junio de 2018 - 16:19 hs

AP

Las palabras nutren nuestro mundo, lo descubren, lo embellecen, le dan vida. Pero además tienen el don de confundirnos con sutiles diferencias. Misma capacidad que tiene la subjetividad humana para ver lo que no existe o para ver, con algún lente distorsionado, una realidad paralela.

Esa subjetividad está emparentada con los sueños, con la ilusión, con la necesidad de ver acontecer lo improbable. Y en ese iluso mundo alterno, los argentinos vivimos desde siempre.

Lo que tendría que pasar para que Argentina clasifique

Nos cuesta aceptar errores, realizar una introspección objetiva porque algunas experiencias esporádicas nos han llevado a creer más en el atajo que en el camino lógico. Entendiendo por camino lógico a los proyectos de largo plazo con continuidad -mínima al menos- más allá de los colores del corazón, que no son siempre los del fútbol.

El difícil encontrar el origen del culto a este hábito, pero debe ser lejano porque cada década -años más, años menos- nos reseteamos, por no decir que reincidimos en idénticos errores.

En una propiedad bien argenta pero que no es excluyente del fútbol, más allá de que en él sea mucho más fácil de identificar. Y es que en este deporte muchas realidades diversas se equilibran, se nivelan y dan posibilidades. Los menos fuerte a menudo se devoran a los poderosos.

Esos triunfos históricos son idealizados muchas veces y desorientan. Con el corazón y la voluntad se pueden disimular muchos aspectos. Sin embargo, cuando enfrente la garra y el compromiso son similares aquellos atributos suenan a poco. Y nos exponen.

Bauza: "Ahora lo más importante es que los jugadores puedan confiar en el DT"

La diferencia para superar a un rival de capacidades análogas pasa por el funcionamiento, algo que solo se consigue con tiempo, proyección y mucho trabajo. Entenderlo es crecer, negarlo es un error que conduce al papelón.

Sin in más lejos pasó ayer. Con responsables de diversos calibres y orígenes. Este deporte maravilloso es colectivo. Jamás un jugador en soledad gana partidos. Es un eufemismo simplista aceptar que individualmente todo se puede. Ni siquiera el mejor sin estructura puede lograrlo. Después se puede coincidir o no con es estilo. Menottistas y Bilardistas tienen visiones opuestas, pero ambas formas tuvieron un trabajo exhaustivo que las sustenten. En consecuencia, Kempes y Maradona tuvieron protegidas sus alas para volar como lo hicieron.

Pasa en las instituciones de cualquier índole en nuestra patria. Pasa en nuestra vida cotidiana, en nuestra economía, en nuestra política: somos virtuosos destructores. Pero nada, absolutamente nada en términos masivos, nos conecta a los niveles que lo logra el balompié. Allí centramos toda la expectativa. Así terminamos destrozando los árboles más visibles del bosque sin llegar jamás al fondo del mismo, donde habitan las reales respuestas.

Merecemos regresar ahora de Rusia, amén de que unos buenos minutos ante Nigeria quizá nos alcancen para seguir con vida. Lo merecemos por la incapacidad constructiva, la soberbia, la incapacidad de trabajar en equipo y por la secuencia de horrores que apagaron la luz que aun en la tormenta ha sido hasta hace poco la guía de este barco: los futbolistas.

El duro análisis de un campeón del mundo sobre Argentina y Messi

Podemos clasificarnos. Dependemos de nosotros. No hay razones que fundamenten esa ilusión, pero en esta tierra vivimos mucho más de utopías que de certezas. Entonces creemos más de lo que hacemos, cuando el orden de los factores debería ser inverso.

Y si los planetas se alinean festejaremos. Festejaremos sin aprender y los espejismos, ilusiones impalpables, nos seguirán encandilando e impidiendo que nos veamos de una vez por todos en el espejo.

Fuente: Diez en Deportes