Tras conocerse el caso del rosarino que fue habilitado por la Justicia a cambiar su nombre de pila debido a los serios traumas que le causó durante toda su vida, el psicoanalista Juan Eduardo Tesone se refirió por LT10 a este tipo de situaciones.
“El nombre es lo que nos designa pero no es lo que uno elige. A través de él se transmite un deseo (de los padres o sustitutos), ya sea consciente o inconsciente. Es la primera inscripción simbólica del ser humano”, comenzó. Pero sucede que “si bien es un don, a veces viene cargado con una afectividad que no siempre es apreciada. Por lo tanto, tiene que poder ser disfrutable por la persona que lo ha recibido”.
“Todo depende de cuál es la carga que haya recibido con ese nombre y qué es lo que el sujeto le ponga como carga propia. Yo creo que el nombre que uno recibe tiene que ser reapropiado por la persona. No lo recibimos como un destino inexorable. Uno lo reescribe en la medida en que ese nombre le brinde placer”, continuó el autor del libro “En las huellas del nombre propio.”
Asimismo, evaluó que en ciertos casos eso no es posible “porque le genera un efecto disruptivo o porque en él se anuda un conflicto, y desanudarlo puede pasar por un cambio de nombre”.