Colón - Colón perdió la categoría: 24/5/14

Miércoles 24 de Mayo de 2017 - 10:16 hs

El orgullo y la pasión no saben de descensos

Después de tanto esfuerzo el Sabalero cayó ante Atlético Rafaela 1-0 en Rosario y se fue al a B después de 19 años de militancia en Primera. El recuerdo en la columna de G.Mazzi.

Foto SM

En tiempos en los que el resultadismo parece ser la única y más violenta verdad, hubo un grupo de jugadores que fueron orgullo para una parte de Santa Fe. Colón fue un ejército de soldados heroicos, que aún en la derrota se codeó hasta el final con la gloria. Su valor y arrojo no impidió que su destino final sea la B Nacional, aunque en algunos pasajes del torneo parecía que la lucha por permanecer iba a decantar a su favor. Su ardor en el combate, su moral elevada y su fe inalterable los hicieron parecer superiores a los rivales, muchos de ellos más dotados, pero con menos estrategia, disciplina o astucia.

Casi veinte mil simpatizantes fueron y vieron en Rosario la última y atrapante función. Algún día ellos sabrán que más allá de la angustia por la dolorosa derrota ante Atlético, en tiempos de alta espiritualidad rojinegra, haber sido parte de esa religión que conformaron todos los "Testigos del Sabalero" en el Gigante, no tiene nombre ni explicación. Sólo se siente y no se puede transmitir en palabras. Como la gesta de Córdoba en el 93, cuando desde la misma frustración, se erigió el momento más sublime y romántico del hincha Sabalero. Porque está claro que a los del Barrio Centenario el dolor los fortalece, y si no que lo digan ellos, que hasta hoy recuerdan orgullosos aquella movilización al “Chateau”, donde en la cancha fue todo pena y olvido.

El llanto ancla en el ahora y desgarra el alma ilusionada. Nadie se lamenta por la justa caída ante los rafaelinos, sino, por el impiadoso descenso para un club que capeó varias tormentas en cinco meses, que quedó atravesado por la desidia de unos pocos y que aún así, luchó hasta dejar la última gota de “sangre” en Rosario. Colón hizo todo y más por salir de la emergencia a la que lo arrastró en los últimos años un autodestructivo proceso institucional-económico-deportivo. Hubo desde enero una transfusión de “garra” y pertenencia por vía endovenosa con efectos multiplicadores y con mucha dignidad llegó al desempate. Esa dignidad que fue “calidad de vida” hasta la partida al torneo de ascenso.

Ese Colón versión 2014 no se quedó nunca esperando contemplativo que la salvación le caiga del cielo, como si fuera un mandato histórico, un título nobiliario por su condición de “grande del interior”. Fue a pelear con el corazón en la mano y el apoyo de su gente, que nunca se dio por vencida ni aún vencida, como después de aquella primera luna de Avellaneda, donde varios le colgaron el cartel de “equipo descendido sin reacción”. No se acurrucó nunca. No se quedó mirando desvalido el gozo de los otros, y cuando menos lo tuvieron en cuenta, creció desde el pie y transpirando la camiseta entusiasmó a los propios y preocupó a los extraños (o no tan extraños). El equipo puso la vista al frente para avanzar con vigor, con más aceleración que pausa, con más esfuerzo que buen juego. Y avanzó a lo Colón. Fue alma y vida. Fue compromiso y contagio. Fue sueño, ilusión y también fue esperanzas, esas que no abundan por estos pagos cada vez más aciagos.

Fue el tiempo de llorar y sacar la bronca, porque permite reducir la intensidad de las emociones fuertes. Si es cierto aquello de que el llanto ayuda a disminuir los niveles altos de angustia y que actúa como un calmante natural de las emociones intensas, bienvenida sean las lágrimas. Hubo un dolor proporcional al motivo que lo desencadena. Pero nunca drama. Eso está reservado para sufrimientos más profundos que a las cuestiones del fútbol y mucho menos en este Colón. Y habrá que entender que los héroes también mueren. Para todos hay un final. Ese fue el de los rojinegros después de 19 largos años en Primera y con vuelo internacional. Es cierto que se quedó sin gloria, pero con todos los honores para un equipo que fue valiente y “murió” de pié, traicionado por el “Doctor”, el “Sindicalista” y algunos nefastos “operadores” del poder de turno.

Desde este humilde lugar seguiremos insistiendo para que “el engaño no les sea indiferente”. Porque “si un traidor y sus laderos pudo más que unos cuantos, que esos cuantos no lo olviden fácilmente”. Quedó resignación ante lo inmodificable y una amarga desesperación por lo evidente.

Aquel sábado 24 de mayo de 2014, Santa Fe se quedó sin fútbol de primera. Más allá del simpático folcklore, ese sábado, todos descendimos un poco y nos quedamos con "la vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser". Aunque... ¿quién dijo que todo está perdido? Un equipo perdió la categoría, pero el orgullo y la pasión de su gente, estuvo intacta…

Fuente: Gustavo Mazzi