Básquet - Liga Nacional

Miércoles 19 de Abril de 2017 - 14:05 hs

"Siempre fui Riquelmista"

Delfino lleva la 10 y se confiesa admirador de JR. Su lado futbolero, su simpatía por Unión, su familia bostera y los pedidos de camisetas...

Ole

¿Cómo es jugar al básquet en Boca? ¿Qué te dicen tus familiares y amigos? ¿Qué te pregunta? ¿Qué te piden?

-Camisetas. Entre las cosas más importantes del contrato con el club estaba la cantidad de camisetas que me tienen que dar, ja. También está el morbo: “¿Con quién te cruzaste?”. Y como tenemos distintos horarios, no nos cruzamos. Ni siquiera pude ir a la Bombonera. Pero me dicen: “Seguro que ves a éste, pedile la camiseta al otro...”.

-¿Cuántas camisetas tenés prometidas?

-Casi 25. No me pasó en otro lado, más que con la Selección cuando veníamos a jugar al país.

Carlos Delfino todavía se está adaptando a Buenos Aires, después de haber vivido en Santa Fe, Calabria, Bologna, Detroit, Toronto, Milwaukee y Houston. “Las primeras semanas me comí todos los piquetes y me quería ir, no aguantaba más. Encima tengo a mi señora que es extranjera y los nenes también y no les pude hacer entender por qué todos los días pasan las cosas que pasan. Pero es la tierra de uno y tira, es siempre lindo, siempre un amigo de visita, los viejos lo mismo. Es lo que vine a buscar. Es la parte buena y me llena mucho más”, cuenta el Lancha.

A lo que sí se siente adaptado es a Boca, más allá de los pedidos y consultas indiscretas por los ídolos de la número 5. Después de tres años sin jugar y siete operaciones en el pie derecho, de ir de un especialista a otro, sintió que necesitaba completar la recuperación y agarrar ritmo de nuevo no sólo con prácticas, sino con partidos, y eso es lo que está haciendo. “Todavía me cuesta decir ‘juego’. Son entrenamientos con público. Yo mataba por estar dentro de una cancha y estoy contento por cómo va todo. Aunque siempre quiero un poquito más. Había situaciones que antes podía hacer y ahora me encuentro que no. Por ejemplo, un step back. Antes sacaba diferencia y ahora quise pasar a un grande y me tapó. En una época cabeceaba el aro y ahora no sé si cabeceo la red, y la red es larga, ja”, agrega Delfino, que está con el desafío de recuperarse y sacar a Boca del último lugar de la Conferencia Sur.

-¿Tu familia está contenta de tenerte cerca? Decís que te vienen a ver...

-Los Delfino, los cuatro hijos, somos santafesinos. Mi viejo jugó y dirigió tanto en Unión como en Colón, y crecimos todos siendo de Unión. Pero mi familia es toda de Gualeguaychú y en Entre Ríos la mayoría es bostera. Mis abuelos, mis tíos, todos.

-¿Son futboleros?

-Bastante, pero no súper apasionados. El año pasado vine para el 15 de mi hija, justo se jugaba el clásico y fui con toda la familia. Y tengo muchos amigos de unos y otros, está siempre la cargada... Aunque ahora estamos sufriendo los tatengues.

-¿Quiénes eran tus ídolos cuando eras chico?

-Mi viejo me hablaba mucho de cuando él jugaba y pateaban penales con los jugadores de fútbol y crecí con admiración por Pumpido, el Turco Alí y esos personajes históricos. Pero el que más llevo en el corazón es la Chiva Di Meola, mega ícono de Colón pero vivía cruzando la calle. El hijo mayor, Edgardo, creció conmigo jugando a la pelota, al ring raje. Era el hijo de Delfino, capitán de Unión en básquet, e hijo de Chiva, ícono de Colón. La Chiva me enseñaba a patear, con una media, con una pelota. Y me enojo si dicen que hubo uno más grande que él en Colón.

-Llevar la 10 no es menor, porque es difícil disociar con el fútbol...

-Cuando llegué a Italia, al Regio Calabria, me firmaron a mitad de temporada y me tiraron el número 20. Era raro, acá usaban hasta el 15. Cuando pasé a Bologna quedé con el 20. Manu fue a la NBA con el 20. Pero justo después de mi primer año de Selección se retiró Hugo (Sconochini) y quedó el 10. Y el 20 no estaba. Entonces, por respeto, le pregunté y me dijo: “Un honor”. El último año con el 20 fue Toronto y después me quedé con el 10 en Milwaukee y Houston.

-Riquelme siempre dice que la 10 es de él...

-Bueno, se la pido prestada un poco. Paco Festa (histórico jugador del club) me dice lo mismo. Es un número que genera mucho, es lindo, es responsabilidad, llama la atención. Ahora se da en Boca y me encanta.

-En Internet estuvo circulando una imagen de Román y vos, uno en fútbol y otro en básquet, con el mismo gesto técnico.

-Me hicieron un cuadro con esa imagen. Es muy loco. Uno de los deportistas que más admiré fue Román, por su manera, por su calma, por el talento. Siempre fui un Riquelmista y no lo digo porque ahora esté en Boca... Me chocó ver la imagen esa. La admiración es desde que recibí un premio Clarín, yo revelación y él venia de hacer maravillas contra el Real Madrid, y me saqué una foto con él.

-¿Con qué futbolista te compararías?

-Siempre cuando me preguntaban decía Román o Redondo. Podían jugar de todo, estéticos, talentosos, ordenados. Trataba de copiarlos y llevarlo a mi deporte. Y una de las cosas que me permiten volver después de tanto tiempo es haber trabajado el juego general y no una sola faceta. Siempre me quedé maravillado con los dos.

-¿Tuvieron en la Selección a algún Palermo?

-No, pero lo veías saltar al lado de los otros y decías: “¿Por qué salta más? ¿Por qué se despega más?”. Hay mucho por aprender de esas situaciones. Adentro y afuera. Maneras de manejarse, hábitos. Lo que no está bueno es buscar al nuevo Ginóbili, al nuevo Román. Es marcar un talento con el dedo pero tirar una mochila muy pesada que juega en contra. Todos queremos ser el Maradona, Riquelme o Messi del fútbol, del rugby o del básquet. Pero como ellos no hay otros...

Fuente: Olé