Tras el polémico caso surgido en Neuquén (ver nota relacionada), el jefe de Neonatología del Hospital Iturraspe de esta capital, Fernando Redondo, dijo que los partos domiciliarios implican “un riesgo importante de vida o de secuelas definitivas” para la mamá y el bebé, y que sólo pueden hacerse “donde hay muy pocos nacimientos y donde la educación de la salud es excepcional”.
Por ello, sugirió “humanizar el acto del nacimiento” para que no sea solamente “un acto médico”, pero agregó: “seguimos afirmando que es importante institucionalizarlo”. En ese sentido, dijo que entre el 7 y el 10% de los embarazos, “por más normales que sean al momento de empezar el trabajo de parto, puede transformarse en embarazo de alto riesgo”, lo cual implica “tener que resolver las situaciones en forma rápida y en un ambiente quirúrgico, donde haya personas capacitadas para asistir al recién nacido y a la mamá”.
“La muerte materna en Latinoamérica es una catástrofe, no sólo porque fallece una persona sino porque fundamentalmente fallece la gerenta de cinco personas”, agregó. Sin embargo, insistió en que “a partir de la institucionalización del nacimiento ha disminuido notablemente”.
Otras cuestiones
Redondo se refirió a la necesidad de instaurar una maternidad “segura y centrada en la familia”, que contempla el parto respetado y la lactancia. En cuanto a esto último, recordó que los bebés lactantes tienen un 10% de posibilidad de tener mayor coeficiente intelectual que los no lactantes.
Por otra parte, también habló del fenómeno actual por el que las madres prefieren la cesárea, pese a los riesgos que conlleva para ellas y para los recién nacidos.
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