Colón - Por César Carignano

Sábado 30 de Abril de 2016 - 07:33 hs

"Colón, con madera del propio bosque"

Actualizado: Sábado 30 de Abril de 2016 - 07:34 hs

Cada 29 de Abril es, y será eternamente, una daga ardiente atravesando el corazón y el alma del pueblo santafecino. Una cicatriz siempre presente, palpable, inocultable. Por ello es complejo intentar hablar de fútbol. Pero de nada serviría no hacerlo, si es acaso una de las pocas cosas que generaron esperanza, alegría, distracción en aquellas lacerantes jornadas.

Sin embargo, aun dejando de lado la tragedia desencadenada hace trece años, seguía resultando engorroso hablar de la redonda en el sur de la ciudad. ¿Por qué? Porque aquellos que dirigen al club del barrio Centenario, desde las luces o las sombras, han equivocado los roles y se han colocado por encima del espectáculo, de los protagonistas y de la redonda…

Ante ello, debemos talar el mezquino árbol y adentrarnos en el bosque.

Con pocos cambios presentó su once Johansen optando por renovar la confianza en la mayoría y en su idea, repitiendo también esquema. Enfrente aparecía un Olimpo alejado de aquella propuesta conservadora que ha mostrado como su ADN, casi siempre. Y si bien sus números no auguraban un riesgo desmesurado, su propuesta ofensiva ameritaba recaudos. Más aun teniendo en cuenta que el gran rival del local, era su propia actualidad.

Los planteos ofrecieron un partido de duelos individuales. Y allí se evidenciaron diferencias. El aurinegro no pudo encontrar pases claros a sus volantes internos, ni desdobles por las bandas. Mucho mérito tuvo la disciplina y el compromiso defensivo del bloque ofensivo anfitrión. Fue tan valioso lo de Sperdutti y Silva por fuera, como lo de Figueroa y Leguizamón por dentro. Y cuando, en contadas ocasiones, le pelota llegó a Gaona Lugo, la opción predilecta de los bonaerenses a la hora de buscar profundidad, emergió la figura enorme y sólida de Saín que ganó por escándalo ese duelo. Solo una llegada de Mansilla muy bien resuelta por Broun hubo de peligro.

Pero no fue sólo orden el dueño de casa. También fue juego. La movilidad de ambos Nicolás le arrimó juego a Figueroa, que alejándose de su marca en busca de espacios hizo jugar a su equipo. En el corazón del terreno generó superioridad y nacieron así buenas circulaciones que derivaron en varios remates interesantes, aunque la más clara brotó de la cabeza de Conti que increíblemente fue a parar al cuerpo de Champagne. La polémica se hizo presente, otra vez, en el Centenario cuando injustamente fue anulado el gol de Bastía. No obstante, cuando agonizaba la etapa inicial, la justicia se apoderó del resultado con el gol del cerebro rojinegro, coronando otra gran contra iniciada en un robo del gran Gerónimo.

El complemento transitó un camino similar. Pero fueron los bahienses los que movieron primero el banco y con piernas frescas tuvieron su rato de dominio, más sin generar mayor preocupación que algunos distantes disparos bien resueltos por Fatura. La cercanía en el resultado generaba incertidumbre. El despliegue raza se hizo sentir y solo en la desfachatez y el pivoteo de su nuevo nueve encontraba respiro. Hasta el pibe se cansó tras un gran desempeño, se acalambró entero y fue reemplazado por otro pibe. Sí. No leyó mal. Un pibe reemplazó a otro pibe. Promesa por promesa.

El nerviosismo comenzaba a reinar en el Cementerio hasta que Tomás Sandoval, con sus purretes diecisiete añitos, mostró sus aptitudes. Lo tuvo un par de veces hasta que abrazo el gol con alma y llanto incluidos. Recién allí llegó el alivio. Que fue susto por el gol de Amoroso, y grito desenfrenado por el tercer gol Colonista, de la mano de su emblema: Poblete.

No hubo figuras, hubo muchos altos niveles. Ante un rival flojo, estaremos de acuerdo en eso también. Pero ante las incógnitas sobre cómo respondería el grupo tras el golpazo en el 15 de Abril,  la respuesta estuvo donde importa: en el césped. Y fue muy positiva. Un aprobado general, como el que merecen los simpatizantes presentes.

No es menor el detalle. Es sanador, reconfortante para el mundo sabalero, en esta trepidante coyuntura, que los abanderados estén dentro del campo de juego, batallando con dignidad, con aciertos y errores, y en muchos casos con el corazón latiendo en rojo y en negro. Colón está vivo, la Leyenda Continúa y el fuego sagrado se sigue reavivando con madera del propio bosque.

Celebro y disfruto plenamente que al fin, en torno al Club Atlético Colón, solo hablemos de fútbol.

Fuente: LT10